domingo, 28 de diciembre de 2008

martes, 23 de septiembre de 2008

Siempre estaré

Nunca me fui, siempre estuve.
En el vuelo, sin sentido,del plumón de una gaviota que lo perdió en la aleteada.
Nunca me fui, siempre estuve.
Amparado bajo el viejo farol de la esquina, metido en la endija que dejan las baldosas flojas.
Nunca me fui, siempre estuve.
En el brillo de tu sonrisa cómplice, y en las semillas del melón recién calado.
Nunca me fui...siempre estaré.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El dedo índice

Vamos, se dijo a sí mismo, nada puede ser peor que lo que está pasando. Levantó la agenda que había tirado al piso en un momento de bronca puesta en acción. Ya se había contenido mucho tiempo; ya tenía que pensar en una salida y dejarse de joder. Cada mañana representaba para él un desafío. Se miró al espejo y pensó, muy lentamente, si es un desafío puedo aprovecharlo para cambiar algo. Al poner la agenda sobre la mesa del bar. que estaba frente al espejo, se descubrió apuntando con su dedo índice una dirección y un número telefónico. Su mano derecha recorrió los nombres de aquella hoja y volvía a instalarse sobre aquella dirección y aquel teléfono. Carajo, se dijo mientras pensaba que a aquel fulano no lo veía desde hacía varios años; con qué excusa la llamaría, a qué se estaría dedicando en este momento, estaría vivo. Carajo, nuevamente la duda. Se volvió a mirar en el espejo y se dijo…esto no es casualidad, me está llamando. Buscó el celular y mientras marcaba el número en cuestión, levantó la mano para, haciendo un gesto mínimo, pedir un café. Mientras el mozo tomaba su orden, y el esperaba que le respondieran en el número discado, el fulano en cuestión entraba al bar. por la puerta que daba a la Avenida Central. Se miraron unos segundos, intercambiaron sonrisas, se saludaron amablemente. El fulano se sentó a la mesa, levantó su mano, pidió un café y sin más demora le dijo…te estaba buscando hace una eternidad y te vengo a encontrar acá.
Aquello fue la suma de varios eventos inesperados y la necesidad de encontrar una salida. Un desafío puesto sobre la mesa del bar. luego de haber dejado caer la agenda al suelo.
Será qué de tanto en tanto, tenemos que tirar la agenda, limpiar las ideas que nos dominan, mirarnos en el espejo profundo de nuestra necesidad y descubrir el conector que nos permita volver a ser nosotros mismos. Alguien nos está buscando y nosotros, nos estamos perdiendo la posibilidad del encuentro.

martes, 12 de agosto de 2008

¿A quién podría molestar?

Bernabé estaba con una gran energía para seguir escribiendo. Después que su cuento breve había pasado la selección del concurso de la Revista Clarión, Bernabé creyó entender que estaba en camino a ser escritor. El cuento salió de la anécdota que le habían contado sobre un viajante, que habiendo llegado al pueblo enamora a Luisa Fonseca, hija del boticario. En los ochenta renglones que dura el cuento, narra las aventuras de la pareja y las persecuciones del padre para cortar esa relación. El final de la historia real es… de los que llamaríamos… feliz. Se casan, tienen hijos y la familia de Luisa termina aceptando al viajante. Bernabé, prefirió cambiar el final y le dio una resolución trágica: el viajante es asesinado por el boticario de dos tiros de escopeta en el pecho y Luisa, destruida, se mata cortándose las venas de su brazo izquierdo con un cuchillo de campamento que le había regalado el viajante. La escopeta y el cuchillo, como testigos de aquella tragedia se colocaron en una vitrina, en la entrada de la Intendencia. Bernabé pensó en aquello como un mensaje ante la incomprensión, la intolerancia y el no aceptar el verdadero amor. Los amantes de Verona, pero en una versión pueblerina.
Bernabé había torcido el recorrido de la historia real para que tuviera, según él, más impacto y movilizara al debate. La imaginación de Bernabé volaba. Pensar el final de aquel cuento le llevo su tiempo y hasta tuvo sus dudas. Aquella gente había existido en el pueblo hacia finales del 1800, no estaba seguro que hubiera descendientes vivos de esa pareja en la actualidad, pero...lo que el proponía era una ficción, una recreación, un juego de la ilusión , ¿A quién podría molestar?
Luego de un par de semanas la noticia se extendió en el pueblo…la Revista Clarión había premiado a Bernabé por su cuento y además del dinero del premio, la revista lo publicaba completo.
Amigos, familiares y las autoridades locales se habían comunicado con él para felicitarlo. Era su mejor momento. Los siguientes 6 días fueron maravillosos y llenos de gratas sorpresas. Un verdadero final feliz.
La noche del séptimo día, mientras estaba en su casa el timbre de calle sonó. Otro regalo y más felicitaciones… se dijo alegrándose por el éxito. Abrió la puerta y frente a sí se encontró con un hombre joven, muy demacrado y con el cabello revuelto. Antes de mediar palabra…el joven abrió su saco, le señaló dos grandes manchas rojas sobre su pecho, se veían húmedas. De la nada sacó una escopeta de dos caños y disparó sobre Bernabé toda su carga. Mientras disparaba, con llanto en los ojos gritó…”arruinaste mi vida y mi felicidad cambiado el final de la historia”. Bernabé cayó fulminado al piso. El joven había desaparecido.
A la mañana siguiente el titular de primera plana del diario local daba la noticia de la inesperada muerte de Bernabé. El forense declaró que la muerte fue por causas naturales. Lo llamativo era un gesto de sorpresa y horror que había desfigurado el rostro.
En pequeño recuadro también daba cuenta del robo en la biblioteca pública, sección museo local, de una colección privada de armas. En el robo, dijo la policía, solamente se llevaron una escopeta de caza, de dos caños y un par de cartuchos. La nota recordaba que en el predio de la actual biblioteca funcionó a principio del 900 la antigua Intendencia Municipal.

martes, 29 de julio de 2008

La mirada

Casi como suspendido en el aire, mi mirada iba y venía barriendo el gran salón del Hotel Magulán de Barranquilla. La última en retirarse era ella. Siempre con vestido vaporoso y tacos muy altos. Más de una vez me sorprendí relojeando su ropa interior cuando se reflejaba en el piso brilloso del Salón Victoria, donde estaba ese verano. Roja, como su corpiño que se asomaba por el escote del vestido. Sus manos hacían juego con el marfil de la estatua de 20 centímetros realizada por el maestro Goloveer, un holandés que se había instalado en el Hotel a principios de siglo pasado y como se quedó sin plata, pagaba con obras de arte; alguna obra era vendida y otras adornaban el gran salón. Manos de marfil, piel de seda, vestido vaporoso, ojos como dos esmeraldas brillantes, profundas y excitantes…los zapatos con taco aguja y unas medias negras que marcaban con su costura el la parte posterior de la pierna la mitad exacta de aquella mujer. Líneas negras que unidas a otros meridianos corporales me ponían embobado y hasta entregado sumisamente a ella. Aquella belleza sumaba un busto sin par. Dos pechos redondos, medianos, bien formados y localizados en lugar justo…ni más ni menos. Todo era mucho, pero menos, que su cabello renegrido y naturalmente ondulado. Su cabello era una selva, donde con mucho placer hubiese terminado mis días de explorador itinerante, entregado a los accidentes geográficos más profundos y a los animales más salvaje.
Mi destino estaba atado a la pared sur del gran salón, solamente la expresión vivaz de mis ojos lograda por el maestro Botero podía crear la ilusión de movimiento y seguimiento de algún observador dedicado y atento. La seguiría observando y tramando encuentros con aquella belleza desconocida, realmente es difícil ser un retrato en un cuadro y tener el deseo de enamorarse.

jueves, 3 de julio de 2008

Palabras lejanas

Cuando levantó la vista, el perro no estaba, pero sus ladridos seguían presentes. Eran como una deformación en el viento de unas palabras lejanas. Guau, guau, guau.r, gua..rd, gua..rd.a.
Si, seguro, se dijo en voz baja, como autoconversando con él mismo, guarda…eso era, “guarda”.
Guarda, guardar, cuidarse, fiesta de guardar, precaución, estate atento, mira por donde caminas, cuida tus espaldas, no seas tan confiado.
¿Qué más había dicho el perro aquel que ya no estaba presente?
¿Qué encerraban esos ladridos deformados por el viento?
A poco de andar un golpe seco en su nuca lo hizo caer.
La vecina del kiosco dijo que la ambulancia tardó 30 minutos.
Ya estaba sin vida.
El viento seguía trayendo palabras lejanas. El ya no estaba para traducirlas.

viernes, 20 de junio de 2008

La casa de la calle empedrada

El camión de la mudanza partió con los muebles y los canastos repletos de objetos. Sus antiguos vecinos fueron pasando uno por uno, o en pequeños grupos, para despedirse. Muchos lamentaban lo sucedido y se ponían a sus órdenes, por cualquier necesidad personal. Ella los recibía de pie en el centro de lo que había sido su recibidor. De pie como soportando los embates de las olas frente al murallón en un día de tormenta y con mar embravecido. Cuando caía la tarde, las luces se apagaron en todas las habitaciones. La puerta del frente de la casa se abrió y no se oyó cuando se cerró. Desde Aquel momento no se tuvieron noticias de ella o su paradero.
La mudanza llegó a destino, ella no.
Ya hace muchos años que esa casa del final de la calle empedrada está desocupada. Algunos murmuran que había algo raro en ella.
El último pintor, que fue enviado para hacer algunos arreglos, comentó muy angustiado, que en la pequeña habitación del frente, el antiguo recibidor de la casa, faltaba el aire aún con las ventanas abiertas.
Había un intenso perfume a jazmín del país, cuando la planta se había secado hacía más de cinco años.
La araña central, cuando se encendía, producía destellos sorprendentes. Los viejos caireles de cristal, opacos por el tiempo, se iluminaban con fulgores de ojos ávidos de noches de fiestas familiares y de pérdidas irrecuperables. De sorpresas únicas y de silencios en la oscuridad. De promesas y juramentos, y de noches en vela junto a la ventana. Parecían como miradas penetrantes.
Nadie volvió a comprar la casa.
Nadie volvió a abrir la puerta del frente.
La pequeña araña del viejo recibidor sigue esperando volver a ser encendida.

viernes, 6 de junio de 2008

Un beso

Colas de zorro
pinceles al viento,
dibujan tu sonrisa
en el justo momento.
Despiertas en mi sueño,
y sigo soñando,
despiertas en mi sueño,
y te sigo pintando.
Que raro reflejo deja en el cristal,
el aliento mío y tu perfume a azahar.
Que tibio torbellino de sábanas blancas,
que guardan caricias de intensas mañanas.
Seguiré soñando y tú, despierta en mi sueño,
tenderás la cama, ordenarás algunos pinceles,
y sobre al cristal empañado…como al descuido,
...dejarás un beso.

lunes, 2 de junio de 2008

Vivir

¿Solo podré despertar
después de haber dormido?
¿Será la clave de hoy,
el haberte conocido?
Baja la velocidad,
el desvío está torcido.
Suma la diferencia…
y tendrás, lo que has vivido.

martes, 13 de mayo de 2008

Gracias

En el descanso de la escalera, entre el cuarto y quinto piso, una sombra se aplicaba a sus necesidades más profundas. Los suspiros pusieron un marco entre el extintor y la luz de emergencia. Eran, por lo menos dos personas. Seguramente dos humanos entregados al placer de entrelazar sus cuerpos entre caricias y sudor corporal. El viejo ascensor subía y bajaba, en forma esporádica. La luz interior, marcaba las siluetas, recortaba los bordes, pero no permitía distinguir con claridad, a los amantes. La señora del octavo bajó para comprar algo para la merienda. Martina, del segundo, subió a la terraza para colgar la ropa recién lavada. En el descanso de la escalera, entre el cuarto y quinto piso, dos cuerpos se acribillaban a besos profundos y respiraciones cortas. Un tiempo de reencuentro y descubrimiento. Exploración y enigma. Impunidad y ansiedad. Un buen tiempo había pasado. Desde el quinto llamaron al ascensor. En el mismo tiempo alguien bajaba por las escaleras. La señora del octavo llegaba al edificio con su compra del almacén. Martina venía bajando con su balde desde la terraza.
--¿Cómo le va Oscar?- dijo la señora del octavo cuando se abrió la puerta del ascensor y salió el encargado suplente.
Aquel con una sonrisa, le franqueó el paso al ascensor, mientras se prendía un botón de la camisa de trabajo. En ese mismo momento, por la escalera, llegaba a la planta baja, Javier, el hijo adolescente de la doctora del sexto piso. Vestido con ese estilo informal, y casi desarreglado, de los chicos de hoy en día. Oscar le abrió la puerta de calle y Javier, sin mirarlo a los ojos dijo…”gracias”.

sábado, 26 de abril de 2008

Nuestros sueños

El Nano cantaba… “A tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino”.
Un reflejo rojizo nos alcanzó. En una fracción de segundo, Alegría pegó un grito seco y cortante como una cimitarra y un volantazo inútil. La 4x4, perdió el control y sin haber podido pestañar, ya estábamos en el fondo del cañadón.
El CD, seguía sonando…” si un día para mi mal viene a buscarme la parca, empujad al mar mi barca con un levante otoñal y dejad que el temporal desguace sus alas blancas”.
Habíamos recorrido cientos de metros desde el camino principal, al cauce del Río Sacudón; aquella espuma blanca, seguro que no venía del mar.
La voz del Nano, se entrecortaba, y lo último que pude escuchar fue…” a mí enterradme sin duelo entre la playa y el cielo”. No pudo ser. Nunca sabremos si le dimos verde a los pinos y amarillo a la genista.
La batería de la camioneta se agotó y el Nano dejó de cantarnos, para resguardar nuestros sueños.

viernes, 18 de abril de 2008

Mea culpa

-¡Que grave error he cometido!-, repetía, mientras se embriagaba, la noche del octavo día.

sábado, 12 de abril de 2008

Confianza

Isabel, había tomado la decisión de terminar con su vida. Había sacado del viejo armario el revolver de su padre, ex-policía, ya fallecido.
Todo, según ella le había salido mal en su vida: una infancia de violencia familiar y abusos de su padre y de su primo. Su madre, un día desapareció de la casa y nunca mas se supo de ella. La escuela primaria, un calvario de oscuros rincones y castigos corporales, por parte de las monjas. De la adolescencia le quedaba un lindo beso robado en un baile de alguien que nunca más vio.
Todo, siempre mal.
Su primer marido se fue con su mejor amiga. El segundo, resulto gay y se fue con su primo, el que la había violado de chica. Calamitoso,se repitió varias veces y no esperó más. Cargó el revolver con las viejas balas mientras se miraba al espejo. Se dio lástima. Colocó el cañón sobre su sien derecha y apretó el gatillo.
Todo según lo programado. Mientras se desvanecía su conciencia, se dijo..."al fin, una bien".

lunes, 7 de abril de 2008

Penando

Desde que su madre le había dicho…”yo nunca te quise”, Francisco ha venido robando amores por ahí. Nunca se preocupó por lo que podía pasarle al otro.
Hoy, que le han regalado un amor, no supo que hacer con él y se murió de angustia.

miércoles, 2 de abril de 2008

Un día perfecto

Era un día perfecto. Había conocido a Tamara. Una cola para pagar impuestos, las demoras de rigor y una charla que amplió los horizontes. Quedaron en comunicarse al terminar la tarde para encontrarse a tomar algo. Mario llegó, después de las 18, al edificio donde vivía. Ansioso, ya quería llamarla…pero se dijo, es temprano. Hay tiempo. Abrió la ventana corrediza de su balcón corrido en el piso 14 con vista al río. ¿Qué vista maravillosa? No muy lejos el río, algunos veleros y en el horizonte, dónde se refrescaba la tarde al apagarse el sol, la costa Uruguaya. Fue a la cocina, cargó una jarra con agua y empezó a regar las plantas del balcón. La brisa lo embriagaba, lo envolvía, le silbaba canciones de Sabina y de Serrano. Seguramente en pocos minutos llamaría Tamara. En el balcón se entretuvo prolijando las tiras de la enredadera que cubría la pared lateral. Los últimos rayos de sol pegaban en el vidrio de la ventana y hacían reflejo sobre su cara, se subió a la silla, luego de sacarse los zapatos.Le pareció ver luces ondulantes a su alrededor. Se inclinó sobre el respaldo, la silla se ladeó. La protección del balcón hizo un ruido seco. Después fue todo vértigo. Sonó el teléfono de línea. El ya se sostenía precariamente de parte del barandal. Otros ruidos secos. Unos tornillos que se desprendieron de la pared. El teléfono que volvía a sonar. Su cuerpo cayendo desde su balcón. Un grito desesperado. Su corazón latía fuera de su pecho y a punto de explotar.
Cuando en esa caída libre pasó por el tercer piso del edificio, sonó el celular que tenía en el estuche unido a su cinturón.
Su último pensamiento, fue para ella.
En el horizonte, moría la tarde, sin saber nada de la suya.

viernes, 28 de marzo de 2008

Ya era tarde

Esperó en la parada el colectivo, volando en sus pensamientos. Cuando llegó, la gente fue subiendo. Él seguía en la parada. Se sorprendió cuando desde la tercera ventanilla, él se saludó.
Ya era tarde.

domingo, 23 de marzo de 2008

31 de Julio del 1944 - ( 1 a 4 )

(1)
El contacto se hizo al fax de mi oficina. Raro, pues en la era de Internet hubiera esperado un mail. Claro, seguramente no lo tenía o no lo había encontrado en las bases de datos que se pueden comprar en el mismo cyber espacio. En un castellano rudimentario, casi balbuceado, alguien que firmaba Hamed quería informarme de un futuro asesinato.
De estas denuncias o presuntos datos, en la Agencia recibíamos cientos por semana. Esta, pensé, era una más. El mismo Hamed, me decía, que en dos días se pondría en contacto conmigo para darme más información. Como se imaginaran, esta hoja fue a parar a la carpeta de “olvidables”; tenía suficiente con los terroristas que habían amenazado al Presidente y eso que, no era mi oficina la que se debía ocupar del asunto.

El viernes 21 de Marzo, cuando estaba de guardia, una guardia mínima, por Semana Santa, y al fax general, llegó la información que cambiaría mi vida y me pondría cara a cara con la muerte. Hamed estaba mandando más datos. Desde algún lugar de Argelia. Se identificaba como un hombre de más de 80 años que había peleado en la Segunda Guerra Mundial. Que había sido doble agente, para los aliados y los alemanes. Indicaba escuetamente que habían encontrado al piloto que había derribado el avión Lightning, que piloteaba Antoine de Saint-Exupéry. Mientras trataba de entender aquel castellano cortado, balbuceado, hecho jirones, me preguntaba que buscaba el tal Hamed. En la segunda hoja del fax, el anciano ex-doble agente, decía que, el piloto Alemán era Horst Rippert, de unos 88años, que había permanecido oculto y bajo otros nombres en Europa de Post-guerra y en la República Argentina como periodista deportivo y que en realidad el tal Rippert, algo así como el alegre tajeador, en los códigos del contra-espionaje, había participado en una operación de encubrimiento para salvar al Principito, y que Antoine no había muerto en aquel accidente de Julio del ‘44, que había pasado a forma parte de un escuadrón aliado que venía protegiendo al “elegido” desde su nacimiento en 1934.

Alguien o algunos querían matar al Principito, al “elegido”, dije sorprendido, a un personaje de los libros, lo querían asesinar. El tal Hamed, está más loco que una piara de cerdos buscando a la cerdita de los Muppets, pensé para mí, y estaba decidido a tirar todo a la basura cuando al final del mail, Hamed escribió en letras de imprenta, remarcadas, con mano temblorosa, algo que me conectó con mi actividad policial: …DEBE LOCALIZAR AL INSPECTOR FREDERIC PERRET DE SURETE DU QUEBEC (CANADA)…EL SABE DE QUE ESTOY HABLANDO, EL DESTINO DEL MUNDO ESTÁ EN PELIGRO.

(2)

-Viernes Santo y yo pensando en el destino del mundo y en un delirante argelino –se dijo mientras buscaba el directorio de mail de Canadá.
Había varias cosas que lo intrigaban, algo que iba más allá de una falsa información sobre un hecho ocurrido hacía más de 60 años. Ni el había nacido por aquellos años.
Pero, era como la búsqueda del origen de un perfume que atrapaba, de una nota guardada en algún libro olvidado o de un misterio por resolver. Lo llamaban.
Un Principito de libro, “el elegido”, al que querían matar o ya habrían matado. Un escritor, aviador, héroe aéreo, un busca mundos que tendría que haber muerto y, en realidad, había pasado a formar parte de un grupo de elite que protegería a un elegido.
Elegido, ¿para qué? ¿Quién lo habían elegido? ¿Tendría una misión ya asignada antes de nacer?, me superaba. Yo pensaba que eso pasaba en las películas. Esto era la vida real. Muy real. Un piloto de la Luftwaffe, que había disparado y derribado el avión y según el argelino, como contra agente, habría encubierto el paso a la clandestinidad de Antoine.
- Surete de Québec – dijo mientras recorría el archivo en su computadora- Inspector Frederic Perret.
Mientras recorría la letra P, recordó que en la academia había tenido que estudiar un libro del mencionado Inspector, “Código de claves y su traducción”. Perret, se había destacado por sus estudios sobre criptogramas y claves de las máquinas “Enigma” usadas por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial; además, una colección de trabajos y artefactos que habían encontrado los aliados, luego de su entrada a los bunker en el corazón de Berlín. Según recordó, el avance en generación de claves y sus transcripciones, era de primer orden en la Alemania a fines de la guerra.
- Al fin- dijo aliviado- Perret, Frederic.
Un silencio. Revisó nuevamente. Arqueó las cejas, se rascó la barba, se sacó los lentes, los limpió y se los volvió a poner. Había dado con lo que buscaba, pero algo era muy llamativo. Leyó atentamente en texto vinculado con el Inspector en cuestión y repitió en voz alta la información que correspondía a 3 días atrás,
- Inspector Frederic Perret - Fallecido en accidente automovilístico, en Argelia en día miércoles 19 de marzo de 2008- tragó saliva, aclaró su garganta y acotó- ¿Esto, qué significa?


(3)

El argelino misterioso, Hamed, no se había vuelto a comunicar con la agencia. El reconocido Inspector habría muerto en un accidente automovilístico, en algún lugar de Argelia. Él, un miembro de segunda línea de la Agencia, transitaba el fin de semana de Semana Santa buscando información sobre un dudoso hecho de antigua data… pensó que tanto tiempo en esta actividad le estaba haciendo perder la cordura.
Llamó a la oficina de la Agencia en Marsella. Pensando en la nacionalidad de origen de Antoine; nacido en el 1900, en el seno de una familia noble de Lyón, en el Sur de Francia. Nadie respondió. Repitió la búsqueda de contacto con la Agencia en Grecia meridional. Recordó, que durante finales del ’44, allí estaba una de las bases de reconocimiento aéreo desde donde operaban los aviones aliados. Spyros Tyrakis estaba de guardia y lo atendió cordialmente. Pensó, mientras se presentaba, que cuando le dijera al griego lo que le está preocupando lo mínimo que haría sería cortarle la comunicación. Spyros, no pareció sorprendido por la anécdota que le contaba sobre el argelino, la aparición de Rippert o la supuesta muerte de Antoine y su paso ala clandestinidad en el año 1944.
- Estas historias, de un elegido o el querer matar al Principito del libro, por absurdas que parezcan, son material común dentro de la Agencia Europea – dijo Spyros, en un entrecortado castellano. – La clonación de Cristo a partir de material genético obtenido de un diente; que Hitler vivió en la Argentina hasta su muerte, trabajando como maestro rural; que Elvis recorre China cantando sus baladas por los caminos de Las siete gargantas…y muchas historias más, no me sorprenden. Lo que me deja que pensar es la muerte del Inspector Perret.
Según Spyros, Perret era un especialista, un agente interno, no de campo. La actividad de Perret estaba en el escritorio y en los laboratorios de matemática aplicada computacional. Su especialidad era el criptoanálisis, que estudia los métodos que se utilizan para romper textos cifrados con objeto de recuperar la información original en ausencia de la clave. Codificar y decodificar mensajes, información, creación de algoritmos matemáticos para encriptar información. El Inspector tenía un Master en Matemática Computacional de La Universitat Jaume I de Castellón, España, creada en 1991.
- Carajo, cuanto información, y todo por un maldito mensaje de ese viejo desde Argelia. Parecía querer joderlo en el fin de semana. Sería mejor olvidar todo y dejarlo en la anécdota. Esto estaba pensando, cuando Spyros, todavía en comunicación telefónica le dijo.
- Esto si parece sospechoso…según el informe de la policía local, en Argelia, los frenos y la caja de cambios habían sido saboteado- , luego de un breve silencio agregó- …Esto parece un asesinato. La muerte del Inspector Perret, no fue accidental.

(4)

Ahora se encontraba frente a su escritorio, en un fin de semana atípico. En pocas horas había desarrollado más actividad, que en todos los años que llevaba en la agencia. Estaba realmente excitado y con ganas de avanzar en la investigación.
Se había apegado a los protocolos internos y logrado obtener información complementaria para poder generar un informe a sus superiores. Él ya sabía que si de aquello surgía un caso ha seguir, no sería suyo. Su lugar dentro de la agencia lo colocaba como un agente interno, casi como el Inspector fallecido. En tantos años en
funciones, hoy descubría que su interés estaba en la actividad de campo, más que el trabajo de escritorio; sin desconocer que una sustentaba la otra.
Por el rabillo del ojo vio la luz del interno de su jefe que se encendía en la centralita interna. Antes que sonara el timbre, pensó como organizar un informe verbal para aquel.
Spyros, desde la agencia de Grecia, quedó en pasarle cualquier información complementaria sobre el Inspector Perrot y sus actividades pasadas y presentes.
Mientras terminaba el informe preliminar, el timbre sonó.
En una fracción de segundos volvió a la realidad. Su jefe quería verlo en su oficina. Quedaban flotando las palabras de aquel…”traiga la primera parte del informe del fin de semana, por favor”.
Luego de dos horas con su jefe, se lo vio salir con una sonrisa que transmitía seguridad.
Todo aquello que había empezado con un fax de un anciano ex agente y había concluido con el diálogo con Spyros, había sido un ejercicio interno. Un ejercicio organizado para evaluar su actividad y actitud profesional. Ejercicio que le había dado un puntaje interno para lograr un ascenso. La actividad de campo parecía su próximo destino.
Tomando un café, luego de algunos minutos de haber salido de la oficina de su jefe, pensaba en todo lo sucedido. Aquel delirio de un muerto que no había muerto, un soldado que había formado parte de una acción de encubrimiento…bueno, era mucho; Spyros, el Inspector Perrot, le habían dado credibilidad a toda aquella información que se había entretejido.
Habían llegado otros agentes, que lo iban felicitando a medida que se enteraban de su futuro ascenso y de cómo había reaccionado frente a los hechos.
Nunca imaginó que aquello era un ejercicio. Mentiras y verdades comprobables, en una sutil trama y con actores que jugaron, ajustadamente, sus diferentes papeles. Disfrutaba, se distendía, fantaseaba futuros, organizaba viajes y reuniones. El teléfono internacional sonó. Una voz de mujer preguntaba por él.
- Si soy yo – le contestó.
- Un segundo que le van ha hablar, por favor – una espera musical, era antesala de alguien que quería hablar con él.
- Agente Moriarti, buenas tardes- una voz de hombre se había apoderado del teléfono- Se que estuvo preguntando por mí, soy el Inspector Perret. Silencio.

¿Sería parte del ejercicio?

jueves, 20 de marzo de 2008

Mate amargo ( I ) ( II ) ( III )

( I )


Floro preparaba el mate.
La yerba suave con estacionamiento medio. Las cáscaras de naranja formando una serpentina y secadas al sol. Para Lucrecia, azúcar o edulcorante según el día. Para él, con la cáscara era suficiente para endulzar. Cada tanto un mate amargo, no venía mal.
Floro preparaba el mate y pensaba.
No es posible seguir de esta forma, se dijo mientras sacudía el mate de zapallo. Sacudía buscando que la yerba se repartiera según la fina decantación del polvillo y el flotar de los trozos más grandes. El mate lo tapaba con su mano derecha; mientras la mano izquierda, a modo de vibrador, sujetaba e impulsaba.
Floro preparaba el mate y pensaba que tenía que encontrar una salida ingeniosa a aquella relación que los asfixiaba. Bueno, él pedía más espacio. Lucre era más tolerante.
El agua a punto que no quiero quemar la yerba, se repitió sentencioso. Ya la había probado en la pileta de la cocina dejando caer un chorro desde la pava, viendo la formación de un espacio abierto contenido por una pequeña ola que avanzaba hacia los bordes sin burbujas y en calma. Un chorrito de agua fría pegada a la bombilla era una forma de prevenir la quemada de la yerba.
Floro preparaba el mate y pensaba que aquella relación necesitaba un final que no le produjera una herida a Lucre. Tenía que ser medido y cuidadoso con las palabras, con sus gestos. Fueron muchos buenos momentos…pero, él no quería comprometerse. Buenas charlas en el bosquecillo frente a la laguna. Los pinos de navidad agitándose, excitándose frente al viento, pero firmes. Agotadoras caminatas por la playa y las subidas al viejo faro. Eternos viajes en bicicleta. Fabulosas noches de sexo a la luz de las velas aromáticas. Todo y mucho más.
Lucrecia pedía algo más que el no se animaba a cumplir.
Tenía que ser delicado para no lastimarla. Seguro, se dijo, ni se debe esperar lo que le voy a decir.
Floro preparaba el mate y sonó el teléfono.
- Hola Lucre – dijo sorprendido- te hacía de camino para acá.
Fue un silencio. El agua ya hervía en la pava silbadora. El mate estaba moribundo sobre la mesada. Todas las palabras se hicieron vapor en la cocina: Lucrecia le había ganado de mano.


( II )


Cuando Lucrecia colgó el teléfono, se dijo, finalmente terminé con el tarado de Floro. Seguía mirándose al espejo, y viendo grandes cambios en tan poco tiempo; todo mientras recordaba que realmente Floro no era tan tarado. A ella le había gustado. ¿Qué le había fascinado? ¿Qué le había llamado la atención? Se preguntó. Bueno, recordó la forma tímida de hablar y el balbuceo que producía cuando quería decir muchas cosas juntas. Un tartamudeo excitante y cierto aire intelectual. Realmente, él tenía muchas cosas para decir. Y ella, también .
Cuando lo conoció en la vieja estación de micros, le pareció un niño que buscaba afecto; casi como un huérfano que buscaba a su mamita. Pues bien, se dijo, aquí está tu mamita bebé. Todo fue, fuego y pasión.Una gran revelación para ella.
Días y noches. Con lluvias y lunas. De sábanas revueltas y platos en la mesa sin lavar. No se arrepentía de lo que había disfrutado. ¿Podía haber sido distinto? No lo sabía. Le había contado su vida y sus más profundos secretos, los que todavía no le había contado a su analista. En ese momento se sintió como la boba de las novelas de poca monta, que se entrega al primer forastero que aparece; pensando que de esa manera podrá escapar del inmundo pueblo y de las desgracias que la rodean.
Bueno, todo eso quedaba en el pasado. Un pasado corto, pero pasado al fin. Un pasado intenso. Y mucho más para ella que a sus 28 años, todavía no tenido uno. Le quedaban fotos juntos, piedras juntadas en el camino al bosque, flores secas guardadas en la página 137, “Encuentros sexuales con desconocidos”, del libro de Norman Mailer, “Pontificaciones”.
Ahora tenía un pasado.
Le quedaba mucho más. Las cosas que había aprendido. La más importante…no confiar en viajeros solitarios. Y como ganarles de mano. Como dejarlo y no ser abandonada, como la boba de las novelas de poca monta.


( III )


Cada uno por su lado y lo pasado fregado. Bueno, no tanto. A cada quien, un espacio para la experiencia.
Floro, sexo, compañía ¿o algo más?
Lucrecia con su nuevo pasado, que la invita a salir de las novelas de poca monta.
Entre los dos la distancia y el recuerdo. Entre los dos un nudo.
Un nudo, el de la familia Borromeo, que nos permite vivir: Real, Simbólico e Imaginario.
Un nudo que nos permite caminar: el que remata los cordones de nuestros zapatos.
Un nudo que resguarda una sorpresa por venir: el del moño del regalo tan esperado y a veces tan temido.
Un nudo que desde la boca del estómago nos llega a la garganta: es angustia por lo que perdimos o podemos perder.

Un nudo que anuda la nada del silencio después del adiós: no sé... no me animo a desatarlo. Que hagan la prueba ellos.

martes, 18 de marzo de 2008

El descubrimiento

El patio de la casa de la abuela es un recuerdo presente.
Se hace eco el murmullo acodado en la mesa de madera.
Raquel, Ezequiel, Mariel y el viejo laurel,
todavía hacen sombra contra el paredón aquel.
El jaulón con los canarios de colores variados,
es una vitrola que sigue sonando.
Los chicos jugamos entre los frutales del abuelo.
El fondo de la casa es un paraíso, un edén,
la tierra prometida y una puerta al descubrimiento.
Allí, solos en la siesta, me penetró tu perfume.
Recorrí el camino, más allá de lo visto.
¡Qué gusto, qué susto!,
que intrépida aventura
a lo más profundo de tu busto.
¿Qué fue del murmullo del Acer tornasolado?
El supo nuestro secreto y como un amigo fiel,
nunca lo ha divulgado.
Quedan fantasmas que bailan al son,
de tu infancia y la mía
tras el viejo galpón.
Yo guardo la cinta de seda marrón.
tú, ¿guardas algo en tú corazón?

jueves, 13 de marzo de 2008

La conquista ( I )( II )( III )

( I )
Algo se mueve en la oscuridad.
Una forma opaca que no refleja la tenue luz de la luna.
Contornos borrosos.
Andar silente.
Gritos apagados de aquelarres pasados.
Una figura encorvada se levanta victoriosa.
Casco en mano, morral abultado.
Sudor comprimido de viejas batallas,
recorre las laderas del bosque infernal
Que bueno. No hay violencia.
Es un tambor que bate el parche tensado.
Grato espasmo. Caos acotado.
Por el fiordo, el vikingo ha ganado.
( II )
La conquista, el vikingo, ha iniciado.
La virginal tierra, ya penetró.
Queda a su paso la huella profunda,
De el poder que desató.
Ella pura, no pudo, con sus fuerzas luchar.
Los brazos se agitaron.Las voces callaron.
Quedan gemidos y respuestas viscerales.
Quedan marcas de la lucha cuerpo a cuerpo,
Y algo más.
Sometida, poseída, ultrajada.
¿Qué destino le espera,a la núbil tierra arrasada?
( III )
¿Qué destino, te preguntas?
Como los bosques que quieren crecer,
quemar las secas ramas y verdear al volver.
Llevar la carga y salir adelante.
Las próximas lunas serán fértiles.
El fin de la conquista,
da comienzo al big bang estelar.
Divide y divide. Multiplica y multiplica.
Nuevas manos vendrán por la siembra.
Un nuevo espacio será ocupado,
Y una voz, recorrerá la escala de do a si.
Viejas palabras, tendrán otros significados.
Todo se habrá modificado.
Una nueva vida…SE HA GESTADO.

La lengua

Como pelusa
¿Puedo estar en tu ombligo?
Vibrante beso

jueves, 6 de marzo de 2008

La vida sigue

La abeja obrera
liva el jazmín otoñal,
el grillo canta.

martes, 4 de marzo de 2008

Mach 5

Mordecai, mientras subía los 7 pisos por ascensor, pensaba que debía darle un corte a aquella historia. Sus padres le habían advertido que esa relación era impropia a los ojos de Dios y de la comunidad.

“Debes buscar una chica judía” dijo su madre, mientras que su padre intentaba explicar lo que el resto diría. Ni que pensar en formalizar esa unión. Mordecai, iba repitiendo todas las explicaciones de sus padres y sumaba, en sus pensamientos, todas las respuestas que había esgrimido. "Basta"... se dijo. Otra noche de sufrimientos. La última noche de sufrimientos. "Mañana por la mañana, lo primero que haré, será buscar a Alice y escapar con ella"... La decisión estaba tomada y agregó ...“Si, tenemos que escapar, dejar todo atrás. No volver a verles las caras y ni que hablar de esas estúpidas explicaciones pasadas de moda”.
A una hora de viaje, Alice en su departamento, pensaba lo mismo. “Mañana a primera hora buscaré a Mordecai para escapar juntos y terminar con esto”. Noche. Luna. Grillos a lo lejos. Misterios.

La mañana llegó con dos seres enamorados, dispuestos a vivir sus deseos, convertidos en uno solo. Alice y Mordecai corrían a su encuentro. Subte uno, colectivo la otra. Ansiedad. Ganas y más ganas de estar juntos.
A casi una cuadra de distancia, del lugar del encuetro, se vieron. Levantaron sus manos haciéndose señas. Sus corazones a mil revoluciones por minuto, parecían querer salirse de sus cuerpos. Pensaban en el otro. Lo único que anhelaban era acortar la distancia que los separaba. Sudor. Pasión. El aire que los envolvía parecía una mano cargada de flujo piroplástico de la última erupción del Monte Santa Elena. Voces. Alegría. Niños corriendo. Despreocupación. Camiones repartidores. Los negocios que recién abrían sus puertas.
Ellos, ya no corrían, volaban a su encuentro.
Mach 2. Sónico. Los sonidos estaban presentes, aunque confusos y alterados por sus percepciones cambiantes.
Mach 5. Hipersónico. Todo era un caleidoscopio en el borde de un agujero negro que drenaba todo a su paso.
Alguien gritó, pero no lo entendieron. Mordecai pensó que era su corazón que pedía más velocidad.
Un ruido fuerte, no les llamó la atención. Alice pensó que era la sangre en sus venas que se estaba vaporizando.
Metro a metro el encuentro llegaba a su fin. Una frenada. Un golpe seco. Silencio. Luego gritos. Horror.
Cuando llegaron las ambulancias encontraron dos cuerpos destrozados bajo un camión repartidor de periódicos. La noticia en primera plana. Los rescatistas comentaban que sus rostros mostraban placer y cierta mueca de liberación.
Titulares: "Cumplieron su deseo. Escaparon juntos".

Siguiendo tu huella

¿Cuál será el itinerario? ¿Subiendo por la cuesta de las mulas y luego un descenso en picada por el mirador sur? ¿Por el valle pedregoso y luego cruzando los rápidos de la margen norte?
-Que importancia tiene el recorrido- se dijo Ismael cubriéndose con el poncho desflecado.
El destino final era lo importante. Llegar al fogón y descansar sus huesos. Respirar el aroma de la alfalfa mojada por el rocío mañanero. Mirar y ser mirado. Cuidar y ser cuidado. Perderse en el horizonte con una mirada cómplice con la de los tordos y los cardenales salvajes. Caminar descalzo sobre las baldosas frescas de la cocina. Ver la felicidad en el rostro de su mujer y sus hijos. Ser nube y flotar el la inmensidad de la cadena montañosa que se distinguía a lo lejos. Ser uno más en la maravilla de la naturaleza que lo envolvía. Eso era mucho. Eso era todo.
¿Qué más le podría pedir a la vida? Solamente tiempo para poder disfrutar de aquello. Ismael era rico en sombras y soles. En senderos y quebradas había transitado su infancia y su juventud. Como adulto quería terminar sus días como soplo de tierra luego de la lluvia mansa de agosto.
Don Juan ya se lo había dicho, mucho tiempo atrás “…recorre el camino, y deja en cada curva que tu alma arroje semillas. Las plantas vendrán después que ya no estés allí. Los frutos serán para los que vengan siguiendo tu huella”.

sábado, 1 de marzo de 2008

Mariposa multicolor

La blanca con pintas rojas, azules y verdes, le decía a la roja con pintas amarillas y marrones profundos “…la que está por venir será un problema para el grupo”. El tema era la que estaba por venir. Ya desde el inicio de su transformación, había generado más molestias que ninguna otra mariposa antes de nacer. Como era de esperar sus alas tenían todos los colores, pero más intensos y fosforescentes. Muy llamativa y con un movimiento perpetuo, que agotaba a cualquier animal de la colonia. Desde muy temprano se la vio inquieta y buscando estar donde otros no estaban o no se animaban a ir. Las pocas veces que se la observó detenida en una rama era para acicalarse y aumentar su belleza y glamour. El grupo presagiaba un trágico final. Hacerse ver y ser diferente, tiene sus costos. A aquella de gustaba recorrer más distancias que a sus hermanas buscando las matas de flores con el perfume más penetrante y los colores más vivos y brillantes. Nadie sospechó nada extraño cuando por la tardecita no se la vio volando cerca del campanario. Por la mañana las primeras en levantar el vuelo la encontraron al pie del cartel luminoso del nuevo local. Algo de sus alas quedó pegado al tubo de neón, aún encendido. La blanca con pintas rojas, azules y verdes, le decía a la roja con pintas amarillas y marrones profundos “…te lo dije…esa iba a terminar mal”. La calma volvió al grupo. Todo, ahora, era normal.

viernes, 29 de febrero de 2008

Fuego Interior

Recorriendo el ciberespacio encontré el blog de Blasfuemia. Se planteaba que escribía con el sueño del soñador, que la llevó a hablar de la necesidad de estar con otro (semejante-diferente). Esto me llevó a preguntarme: ¿Será tarde? y me respondí : Me parece que no. Yo me vi ordenando y organizando mis ideas, para lograr el máximo caos productivo de mis neuronas.
Por eso pienso en ordenar las palabras y jerarquizarlas para que sean más libres que al principio:
Necesidad:
de lo elemental, lo nutricio, "la papilla caliente" , "la leche tibia" ,"unos senos como faros en el fin del mundo"
Demanda:Siempre es "una demanda de amor", aunque parezca otra cosa.
Deseo:
el del Otro y el nuestro. Es lo que queda de la necesidad y la demanda.
La pulsión:
un más allá, donde no hay preguntas y menos respuestas. Es una fuerza que busca "un objeto" (cualquiera, es lo de menos) que siempre encuentra satisfacción y un recorrido donde...va cargando las pilas para el encuentro.
Sueño:
Un espacio-otro, donde podemos realizar nuestros deseos , cuando la realidad-perdida se construye con los cristales del camino. Donde el Palacio de las columnas tiene, entre ellas, la distancia apropiada para estar-siendo-libres sin estar siempre pegoteados.
Allí...el amor. En la compañía dulce de la soledad. Allí los frutos de tantas áridas noches de ardiente pasión. El fuego se lo enviaron los Dioses a los hombres y ...muchos todavía no saben para que lo deben usar.
Tú...¿Sabes usar tu fuego interior?

sábado, 23 de febrero de 2008

Espejo roto

Román, vio su imagen en el espejo.
Al mismo tiempo le produjo sorpresa, desconcierto y júbilo. Se dio cuenta que frente a si, había un desconocido; lo que le hizo verse desprotegido.
Igualmente, detectó cierto toque de fascinación y algo que lo subyugaba de aquella extraña imagen. Era un juego de luces y sombras, se le presentó como un tiovivo de espectros y figuras…más allá de su comprensión. Allí vio a su madre y una sonrisa pasional; su padre y su bigote – un bigote que flotaba, sin cuerpo, por sobre sus labios. Había alguien más. Trata de recordar. Una figura prominente, autoritaria, muy fuerte. Una forma humana efectivamente ausente.
Román, no recordó caricias o afectos. Tampoco besos o abrazos. Sintió frío, soledad y abandono.
Román, fugazmente se interpretó imagen. Se vio imagen, y así como por una chispa cósmica, observó su espantoso vacío, iluminado.
Había terminado el horario de visitas.
Nuevamente la soledad. EL dolor. El mundo atrapado en un destello siniestro.
Román atrapado en su propia fragmentación. Espejo roto. Nadie. Solo fantasmas.
Román, era un misterio. Su vida un código. Su mirada perdida, un silencio que venía acumulando palabra tras palabra desde el origen de su ser.
Ser, que no fue.

jueves, 21 de febrero de 2008

Deshojando la margarita

¿Por qué lo esperas?
Ya se hizo eclipse lunar
En el cielo azul

lunes, 18 de febrero de 2008

Misterio

El silencio de tu boca
Me hace hablar
Tus gestos arcaicos
Me hacen pensar
El aire que respiras
Me eleva más y más
Me pregunto, excitado
¿Cuándo me vas a amar?

martes, 12 de febrero de 2008

Tarde de sol

Una avispa miedosa, hace giros y giros al borde de la fuente de Plaza Mitre. Por más que insiste, no se decide a bajar para tomar agua.
Una abeja valiente, se lanza sobre una hoja que flota en la misma fuente, aterrizando como un F21 en un portaaviones.
Un grupo de palomas y palomos bailan su danza ritual, sin importarles aquellos que los miran fascinados.
Una parejita de veintenarios se prodiga mimos y se prometen amor eterno.
Ella vuela en sus fantasías, y habla.
El pierde la vista en su futuro, y guarda silencio.
Yo se que no vendrás.
Cuando la última paloma levantó vuelo, el banco de la plaza quedó vacío. Leo “De la naturaleza de los semblantes” de Miller y dejo que el sol me acaricie.
¡Que va!, también tengo lo mío.

sábado, 9 de febrero de 2008

Supernova

Mariana reaccionaba mal cada vez que Ezequiel le pedía hacer el amor. “No soy tu objeto sexual, yo también cuento. No es solamente lo que vos querés y cuando vos querés”.
Ezequiel no toleraba tanta independencia y esa autonomía sin límites que lo llevaba a perder cierto control sobre Mariana.
Ezequiel vivía Mariana. Respiraba Mariana. Sudaba, gota a gota de su cuerpo, Mariana. ¿Y Mariana? Distante, acotada, sensual, provocadora y limitada. Mariana era la dulce tortura diaria de Ezequiel.
Su deseo pasaba por poseerla, hacerle el amor hasta el último suspiro y recuperar el aire, juntos, boca a boca. Ezequiel sufría aquel amor por Mariana. Ella no se entregaba para ser el objeto último de su deseo. Totalmente objeto. Descabezada. Desarticulada. Sometida a su ser.
¿Qué pedía en el fondo? ¿Qué ocultaba su deseo? ¿Cuál era su verdadera demanda? ¿Unirse como en una Supernova y quemarse en el final de los tiempos y ser uno?
La mascarada de Mariana provocaba.
El hervía como aceite en un caldero de Salem. Sufría y se veía impotente frente a aquella mujer. Avanzaba. Se arrastraba. Caía en el foso del castillo. Era casi devorado por los cocodrilos.
Ella era el muro lateral de la fortaleza. Piedra fría. Defensa. Algo oculto. Un silencio que lo penetraba…todo, que lo violaba. Insensible. Un telón que encubría un escenario sin una obra para representar. Era la nada, detrás de la mano en el botón de la blusa. Y lo era todo. Ella lo sostenía.
La despedida fue un beso en la mejilla.
Ezequiel se dijo “mañana será otro día”.Y pensó: "¿cómo llegar a mañana?".

miércoles, 6 de febrero de 2008

Una mirada que no fue

“! Quiere matarme ¡”, repetía mientras se alejaba por la calle empedrada. Una voz ronca y profunda. Una voz, como metal frotado por una lima gruesa. Su figura agrietada cumplía un circuito, que repetía varias veces en un corto lapso de tiempo. Circuito que enmarcaba con el taconear de unos zapatos que supieron tener unas hebillas doradas a la altura del empeine. Cumplido el mismo, volvía a pasar frente a la parada del colectivo donde la habíamos visto estacionarse gritando, pataleando y agitando sus puños como para golpear a un temible enemigo. Invisible para nosotros, muy real para ella.
¿Quién era esa mujer ó lo que quedaba de ella?
Los cabellos grasientos por el tiempo y la intemperie. La ropa deshecha y cubierta por una pátina cerosa que le daba un brillo llamativo y seguramente protector. En que esquina del tiempo se había perdido buscando salvarse de aquel o aquella que la perseguía. Sus ojos mostraban terror, que solamente disminuía cuando encontraba refugio detrás de unas chapas caídas de un viejo cartel de publicidad que protegía la parada del colectivo de un pozo de una construcción abandonada. Allí la sombra la cubría. Allí se escondía y se protegía de su perseguidor ó perseguidora. Allí iniciaba un monólogo lento y auditivamente lejano, como una multitud que se perdía en una peregrinación a la nada.
Luego de unos minutos quedaba vacilante como un niño que intenta dar sus primeros pasos y cae una y otra vez. La boca abierta, babeante, temblorosa que se unía a los ojos con una mirada vacía y los brazos que se extendían buscando a alguien que nunca estuvo.
Alguien pasó en bicicleta y le gritó “…Noli, portate bien, no molestes a la gente”. ¿Molestar a la gente? Creo que Noli ó la Loca Noli,como la llamaban en el barrio, no molestó nunca a nadie. Aquella mujer que temía a las miradas fijas de los desconocidos, buscaba una mirada que le diera sostén. Una mirada, que seguramente, la hubiese salvado de vivir como fragmentos separados. Una mirada que no le dio espacio para ser reconocida como sujeto de pleno derecho.
Llegó el colectivo. Subimos todos. Noli quedó escondida y temblando, a la espera de nuevos personajes que poblaran su parada. Personajes que la ayudaran a buscarar un autor para la misma página de su historia sin fin.
Desgarrada y protectora, la sombra, la hacía par y la cuidaba de la luz que no fue.

sábado, 26 de enero de 2008

Buscando un lugar en la soledad

Cuando Marcela dejó de mirar por la ventanilla del micro, se dijo: "...esto es la soledad". Su cámara digital, su libreta de apuntes, "Delirio" de Laura Restrepo sin terminar: todo era la fractura de su vida. ¿Qué había dejado en Lobos? Fracturas dolorosas, facturas impagas, deudas para que arregle otro.
"Carajo no puedo permitirme aflojar ahora”, se dijo, mientras corría las cortinas del micro para no ver la rotonda del pueblo y el gran cartel con su nombre en la salida a la ruta.
La soledad era ese espacio que la separaba de la puerta del micro a su asiento. La soledad era el silbido del micro en la ruta y los bichos que se pegaban en el parabrisas. La soledad era una decisión. Su propia decisión. Una corrida de lugar que le permitió decirle a su viejo "...sos un hijo de puta". En ese instante se atropellaron mil recuerdos. Las frases de su viejo. Las frases de siempre. "Sos una tarada, nunca vas a llegar a nada" ó "...vas a terminar como tu hermana, casada con un pelotudo que la hace laburar se sirvienta, para que a él no le falte nada".
Frases, palabras, golpes, gritos, corridas por el patio de la casa del parque, silencios que se fracturaban con las peleas eternas de sus padres. En realidad, de su padre con su madre: "...otra pobre pelotuda, mi vieja...la sirvienta de mi viejo". Se escuchó y se asustó. Miró en los asientos del micro. Buscó una cara conocida. No encontró a nadie que supiese de su historia, de su escapada para respirar otro aire. Nadie daría cuenta de su angustia y su temor: un padre autoritario y golpeador, y una madre boluda y sin el mínimo carácter.
Dijo "...ahora es el comienzo de mi soledad, pero a esta, la elegí yo". Buscó el libro en su bolso. Encendió la luz que había sobre su asiento, y pensó "...que mina interesante la Restrepo, como me gustaría poder hacer lo que me gusta...disfrutar hasta que me toque sufrir…pero, por lo que yo elegí".

Solamente dijo sí

Después del silencio, vino el golpe, como la ola de un tsunami, ”...te dije una y mil veces que estas fiestas era en lo de mamá , y vos...siempre pensando cualquier boludés ...no me escuchaste y ahora me venís con el asado que hace el fracasado de tu hermano" Breve silencio, saliva tragada junto a cierta "impotencia" y un dedo que se levantó en alto como el puntero de la maestra de primero grado, cuando usaban puntero, "…te digo esto de una y nada más, tu familia nunca me importó y lo que me interesaba de vos , hoy está en duda. Las fiestas en lo de mamá ó anda buscándote otra vida"
Buscarme otra vida, ¿otra vida? Qué pasaría si me decidiera a buscar otras opciones, a pensar que hay otras cosas detrás de la puerta de calle. No cumplir todos sus caprichos, no permitir que me ponga como un trapo de piso ó a la altura de la misma basura, un desperdicio. Silencio. Más saliva atragantada. Las manos mojadas, el corazón a mil queriendo salir de su lugar "...un clima de mierda", se dijo, mientras creía ver algo de amor detrás de esa figura de acero y cemento. Buscarme otra vida, ¿cómo sería aquello? ¿Tendría que empezar de nuevo? ¿En otro lugar? ¿Con otra gente? ¿Qué gente? ¿Qué lugar? ¿Alcanzaría con eso ó tendría que arrancar de cero? Mucho quilombo. Miedo al primer paso, en el fondo la cosa no era tan mala: todas las parejas tienen esas historias - se dijo quedamente.
Bueno, esto era por las fiestas, no era para darle mucha importancia. Después de las fiestas todo volvería a la normalidad ¿normalidad? Se miró de reojo en el espejo del living, bajó la cabeza y como en otras oportunidades…Solamente dijo sí.