martes, 23 de septiembre de 2008

Siempre estaré

Nunca me fui, siempre estuve.
En el vuelo, sin sentido,del plumón de una gaviota que lo perdió en la aleteada.
Nunca me fui, siempre estuve.
Amparado bajo el viejo farol de la esquina, metido en la endija que dejan las baldosas flojas.
Nunca me fui, siempre estuve.
En el brillo de tu sonrisa cómplice, y en las semillas del melón recién calado.
Nunca me fui...siempre estaré.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El dedo índice

Vamos, se dijo a sí mismo, nada puede ser peor que lo que está pasando. Levantó la agenda que había tirado al piso en un momento de bronca puesta en acción. Ya se había contenido mucho tiempo; ya tenía que pensar en una salida y dejarse de joder. Cada mañana representaba para él un desafío. Se miró al espejo y pensó, muy lentamente, si es un desafío puedo aprovecharlo para cambiar algo. Al poner la agenda sobre la mesa del bar. que estaba frente al espejo, se descubrió apuntando con su dedo índice una dirección y un número telefónico. Su mano derecha recorrió los nombres de aquella hoja y volvía a instalarse sobre aquella dirección y aquel teléfono. Carajo, se dijo mientras pensaba que a aquel fulano no lo veía desde hacía varios años; con qué excusa la llamaría, a qué se estaría dedicando en este momento, estaría vivo. Carajo, nuevamente la duda. Se volvió a mirar en el espejo y se dijo…esto no es casualidad, me está llamando. Buscó el celular y mientras marcaba el número en cuestión, levantó la mano para, haciendo un gesto mínimo, pedir un café. Mientras el mozo tomaba su orden, y el esperaba que le respondieran en el número discado, el fulano en cuestión entraba al bar. por la puerta que daba a la Avenida Central. Se miraron unos segundos, intercambiaron sonrisas, se saludaron amablemente. El fulano se sentó a la mesa, levantó su mano, pidió un café y sin más demora le dijo…te estaba buscando hace una eternidad y te vengo a encontrar acá.
Aquello fue la suma de varios eventos inesperados y la necesidad de encontrar una salida. Un desafío puesto sobre la mesa del bar. luego de haber dejado caer la agenda al suelo.
Será qué de tanto en tanto, tenemos que tirar la agenda, limpiar las ideas que nos dominan, mirarnos en el espejo profundo de nuestra necesidad y descubrir el conector que nos permita volver a ser nosotros mismos. Alguien nos está buscando y nosotros, nos estamos perdiendo la posibilidad del encuentro.