viernes, 28 de marzo de 2008

Ya era tarde

Esperó en la parada el colectivo, volando en sus pensamientos. Cuando llegó, la gente fue subiendo. Él seguía en la parada. Se sorprendió cuando desde la tercera ventanilla, él se saludó.
Ya era tarde.

domingo, 23 de marzo de 2008

31 de Julio del 1944 - ( 1 a 4 )

(1)
El contacto se hizo al fax de mi oficina. Raro, pues en la era de Internet hubiera esperado un mail. Claro, seguramente no lo tenía o no lo había encontrado en las bases de datos que se pueden comprar en el mismo cyber espacio. En un castellano rudimentario, casi balbuceado, alguien que firmaba Hamed quería informarme de un futuro asesinato.
De estas denuncias o presuntos datos, en la Agencia recibíamos cientos por semana. Esta, pensé, era una más. El mismo Hamed, me decía, que en dos días se pondría en contacto conmigo para darme más información. Como se imaginaran, esta hoja fue a parar a la carpeta de “olvidables”; tenía suficiente con los terroristas que habían amenazado al Presidente y eso que, no era mi oficina la que se debía ocupar del asunto.

El viernes 21 de Marzo, cuando estaba de guardia, una guardia mínima, por Semana Santa, y al fax general, llegó la información que cambiaría mi vida y me pondría cara a cara con la muerte. Hamed estaba mandando más datos. Desde algún lugar de Argelia. Se identificaba como un hombre de más de 80 años que había peleado en la Segunda Guerra Mundial. Que había sido doble agente, para los aliados y los alemanes. Indicaba escuetamente que habían encontrado al piloto que había derribado el avión Lightning, que piloteaba Antoine de Saint-Exupéry. Mientras trataba de entender aquel castellano cortado, balbuceado, hecho jirones, me preguntaba que buscaba el tal Hamed. En la segunda hoja del fax, el anciano ex-doble agente, decía que, el piloto Alemán era Horst Rippert, de unos 88años, que había permanecido oculto y bajo otros nombres en Europa de Post-guerra y en la República Argentina como periodista deportivo y que en realidad el tal Rippert, algo así como el alegre tajeador, en los códigos del contra-espionaje, había participado en una operación de encubrimiento para salvar al Principito, y que Antoine no había muerto en aquel accidente de Julio del ‘44, que había pasado a forma parte de un escuadrón aliado que venía protegiendo al “elegido” desde su nacimiento en 1934.

Alguien o algunos querían matar al Principito, al “elegido”, dije sorprendido, a un personaje de los libros, lo querían asesinar. El tal Hamed, está más loco que una piara de cerdos buscando a la cerdita de los Muppets, pensé para mí, y estaba decidido a tirar todo a la basura cuando al final del mail, Hamed escribió en letras de imprenta, remarcadas, con mano temblorosa, algo que me conectó con mi actividad policial: …DEBE LOCALIZAR AL INSPECTOR FREDERIC PERRET DE SURETE DU QUEBEC (CANADA)…EL SABE DE QUE ESTOY HABLANDO, EL DESTINO DEL MUNDO ESTÁ EN PELIGRO.

(2)

-Viernes Santo y yo pensando en el destino del mundo y en un delirante argelino –se dijo mientras buscaba el directorio de mail de Canadá.
Había varias cosas que lo intrigaban, algo que iba más allá de una falsa información sobre un hecho ocurrido hacía más de 60 años. Ni el había nacido por aquellos años.
Pero, era como la búsqueda del origen de un perfume que atrapaba, de una nota guardada en algún libro olvidado o de un misterio por resolver. Lo llamaban.
Un Principito de libro, “el elegido”, al que querían matar o ya habrían matado. Un escritor, aviador, héroe aéreo, un busca mundos que tendría que haber muerto y, en realidad, había pasado a formar parte de un grupo de elite que protegería a un elegido.
Elegido, ¿para qué? ¿Quién lo habían elegido? ¿Tendría una misión ya asignada antes de nacer?, me superaba. Yo pensaba que eso pasaba en las películas. Esto era la vida real. Muy real. Un piloto de la Luftwaffe, que había disparado y derribado el avión y según el argelino, como contra agente, habría encubierto el paso a la clandestinidad de Antoine.
- Surete de Québec – dijo mientras recorría el archivo en su computadora- Inspector Frederic Perret.
Mientras recorría la letra P, recordó que en la academia había tenido que estudiar un libro del mencionado Inspector, “Código de claves y su traducción”. Perret, se había destacado por sus estudios sobre criptogramas y claves de las máquinas “Enigma” usadas por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial; además, una colección de trabajos y artefactos que habían encontrado los aliados, luego de su entrada a los bunker en el corazón de Berlín. Según recordó, el avance en generación de claves y sus transcripciones, era de primer orden en la Alemania a fines de la guerra.
- Al fin- dijo aliviado- Perret, Frederic.
Un silencio. Revisó nuevamente. Arqueó las cejas, se rascó la barba, se sacó los lentes, los limpió y se los volvió a poner. Había dado con lo que buscaba, pero algo era muy llamativo. Leyó atentamente en texto vinculado con el Inspector en cuestión y repitió en voz alta la información que correspondía a 3 días atrás,
- Inspector Frederic Perret - Fallecido en accidente automovilístico, en Argelia en día miércoles 19 de marzo de 2008- tragó saliva, aclaró su garganta y acotó- ¿Esto, qué significa?


(3)

El argelino misterioso, Hamed, no se había vuelto a comunicar con la agencia. El reconocido Inspector habría muerto en un accidente automovilístico, en algún lugar de Argelia. Él, un miembro de segunda línea de la Agencia, transitaba el fin de semana de Semana Santa buscando información sobre un dudoso hecho de antigua data… pensó que tanto tiempo en esta actividad le estaba haciendo perder la cordura.
Llamó a la oficina de la Agencia en Marsella. Pensando en la nacionalidad de origen de Antoine; nacido en el 1900, en el seno de una familia noble de Lyón, en el Sur de Francia. Nadie respondió. Repitió la búsqueda de contacto con la Agencia en Grecia meridional. Recordó, que durante finales del ’44, allí estaba una de las bases de reconocimiento aéreo desde donde operaban los aviones aliados. Spyros Tyrakis estaba de guardia y lo atendió cordialmente. Pensó, mientras se presentaba, que cuando le dijera al griego lo que le está preocupando lo mínimo que haría sería cortarle la comunicación. Spyros, no pareció sorprendido por la anécdota que le contaba sobre el argelino, la aparición de Rippert o la supuesta muerte de Antoine y su paso ala clandestinidad en el año 1944.
- Estas historias, de un elegido o el querer matar al Principito del libro, por absurdas que parezcan, son material común dentro de la Agencia Europea – dijo Spyros, en un entrecortado castellano. – La clonación de Cristo a partir de material genético obtenido de un diente; que Hitler vivió en la Argentina hasta su muerte, trabajando como maestro rural; que Elvis recorre China cantando sus baladas por los caminos de Las siete gargantas…y muchas historias más, no me sorprenden. Lo que me deja que pensar es la muerte del Inspector Perret.
Según Spyros, Perret era un especialista, un agente interno, no de campo. La actividad de Perret estaba en el escritorio y en los laboratorios de matemática aplicada computacional. Su especialidad era el criptoanálisis, que estudia los métodos que se utilizan para romper textos cifrados con objeto de recuperar la información original en ausencia de la clave. Codificar y decodificar mensajes, información, creación de algoritmos matemáticos para encriptar información. El Inspector tenía un Master en Matemática Computacional de La Universitat Jaume I de Castellón, España, creada en 1991.
- Carajo, cuanto información, y todo por un maldito mensaje de ese viejo desde Argelia. Parecía querer joderlo en el fin de semana. Sería mejor olvidar todo y dejarlo en la anécdota. Esto estaba pensando, cuando Spyros, todavía en comunicación telefónica le dijo.
- Esto si parece sospechoso…según el informe de la policía local, en Argelia, los frenos y la caja de cambios habían sido saboteado- , luego de un breve silencio agregó- …Esto parece un asesinato. La muerte del Inspector Perret, no fue accidental.

(4)

Ahora se encontraba frente a su escritorio, en un fin de semana atípico. En pocas horas había desarrollado más actividad, que en todos los años que llevaba en la agencia. Estaba realmente excitado y con ganas de avanzar en la investigación.
Se había apegado a los protocolos internos y logrado obtener información complementaria para poder generar un informe a sus superiores. Él ya sabía que si de aquello surgía un caso ha seguir, no sería suyo. Su lugar dentro de la agencia lo colocaba como un agente interno, casi como el Inspector fallecido. En tantos años en
funciones, hoy descubría que su interés estaba en la actividad de campo, más que el trabajo de escritorio; sin desconocer que una sustentaba la otra.
Por el rabillo del ojo vio la luz del interno de su jefe que se encendía en la centralita interna. Antes que sonara el timbre, pensó como organizar un informe verbal para aquel.
Spyros, desde la agencia de Grecia, quedó en pasarle cualquier información complementaria sobre el Inspector Perrot y sus actividades pasadas y presentes.
Mientras terminaba el informe preliminar, el timbre sonó.
En una fracción de segundos volvió a la realidad. Su jefe quería verlo en su oficina. Quedaban flotando las palabras de aquel…”traiga la primera parte del informe del fin de semana, por favor”.
Luego de dos horas con su jefe, se lo vio salir con una sonrisa que transmitía seguridad.
Todo aquello que había empezado con un fax de un anciano ex agente y había concluido con el diálogo con Spyros, había sido un ejercicio interno. Un ejercicio organizado para evaluar su actividad y actitud profesional. Ejercicio que le había dado un puntaje interno para lograr un ascenso. La actividad de campo parecía su próximo destino.
Tomando un café, luego de algunos minutos de haber salido de la oficina de su jefe, pensaba en todo lo sucedido. Aquel delirio de un muerto que no había muerto, un soldado que había formado parte de una acción de encubrimiento…bueno, era mucho; Spyros, el Inspector Perrot, le habían dado credibilidad a toda aquella información que se había entretejido.
Habían llegado otros agentes, que lo iban felicitando a medida que se enteraban de su futuro ascenso y de cómo había reaccionado frente a los hechos.
Nunca imaginó que aquello era un ejercicio. Mentiras y verdades comprobables, en una sutil trama y con actores que jugaron, ajustadamente, sus diferentes papeles. Disfrutaba, se distendía, fantaseaba futuros, organizaba viajes y reuniones. El teléfono internacional sonó. Una voz de mujer preguntaba por él.
- Si soy yo – le contestó.
- Un segundo que le van ha hablar, por favor – una espera musical, era antesala de alguien que quería hablar con él.
- Agente Moriarti, buenas tardes- una voz de hombre se había apoderado del teléfono- Se que estuvo preguntando por mí, soy el Inspector Perret. Silencio.

¿Sería parte del ejercicio?

jueves, 20 de marzo de 2008

Mate amargo ( I ) ( II ) ( III )

( I )


Floro preparaba el mate.
La yerba suave con estacionamiento medio. Las cáscaras de naranja formando una serpentina y secadas al sol. Para Lucrecia, azúcar o edulcorante según el día. Para él, con la cáscara era suficiente para endulzar. Cada tanto un mate amargo, no venía mal.
Floro preparaba el mate y pensaba.
No es posible seguir de esta forma, se dijo mientras sacudía el mate de zapallo. Sacudía buscando que la yerba se repartiera según la fina decantación del polvillo y el flotar de los trozos más grandes. El mate lo tapaba con su mano derecha; mientras la mano izquierda, a modo de vibrador, sujetaba e impulsaba.
Floro preparaba el mate y pensaba que tenía que encontrar una salida ingeniosa a aquella relación que los asfixiaba. Bueno, él pedía más espacio. Lucre era más tolerante.
El agua a punto que no quiero quemar la yerba, se repitió sentencioso. Ya la había probado en la pileta de la cocina dejando caer un chorro desde la pava, viendo la formación de un espacio abierto contenido por una pequeña ola que avanzaba hacia los bordes sin burbujas y en calma. Un chorrito de agua fría pegada a la bombilla era una forma de prevenir la quemada de la yerba.
Floro preparaba el mate y pensaba que aquella relación necesitaba un final que no le produjera una herida a Lucre. Tenía que ser medido y cuidadoso con las palabras, con sus gestos. Fueron muchos buenos momentos…pero, él no quería comprometerse. Buenas charlas en el bosquecillo frente a la laguna. Los pinos de navidad agitándose, excitándose frente al viento, pero firmes. Agotadoras caminatas por la playa y las subidas al viejo faro. Eternos viajes en bicicleta. Fabulosas noches de sexo a la luz de las velas aromáticas. Todo y mucho más.
Lucrecia pedía algo más que el no se animaba a cumplir.
Tenía que ser delicado para no lastimarla. Seguro, se dijo, ni se debe esperar lo que le voy a decir.
Floro preparaba el mate y sonó el teléfono.
- Hola Lucre – dijo sorprendido- te hacía de camino para acá.
Fue un silencio. El agua ya hervía en la pava silbadora. El mate estaba moribundo sobre la mesada. Todas las palabras se hicieron vapor en la cocina: Lucrecia le había ganado de mano.


( II )


Cuando Lucrecia colgó el teléfono, se dijo, finalmente terminé con el tarado de Floro. Seguía mirándose al espejo, y viendo grandes cambios en tan poco tiempo; todo mientras recordaba que realmente Floro no era tan tarado. A ella le había gustado. ¿Qué le había fascinado? ¿Qué le había llamado la atención? Se preguntó. Bueno, recordó la forma tímida de hablar y el balbuceo que producía cuando quería decir muchas cosas juntas. Un tartamudeo excitante y cierto aire intelectual. Realmente, él tenía muchas cosas para decir. Y ella, también .
Cuando lo conoció en la vieja estación de micros, le pareció un niño que buscaba afecto; casi como un huérfano que buscaba a su mamita. Pues bien, se dijo, aquí está tu mamita bebé. Todo fue, fuego y pasión.Una gran revelación para ella.
Días y noches. Con lluvias y lunas. De sábanas revueltas y platos en la mesa sin lavar. No se arrepentía de lo que había disfrutado. ¿Podía haber sido distinto? No lo sabía. Le había contado su vida y sus más profundos secretos, los que todavía no le había contado a su analista. En ese momento se sintió como la boba de las novelas de poca monta, que se entrega al primer forastero que aparece; pensando que de esa manera podrá escapar del inmundo pueblo y de las desgracias que la rodean.
Bueno, todo eso quedaba en el pasado. Un pasado corto, pero pasado al fin. Un pasado intenso. Y mucho más para ella que a sus 28 años, todavía no tenido uno. Le quedaban fotos juntos, piedras juntadas en el camino al bosque, flores secas guardadas en la página 137, “Encuentros sexuales con desconocidos”, del libro de Norman Mailer, “Pontificaciones”.
Ahora tenía un pasado.
Le quedaba mucho más. Las cosas que había aprendido. La más importante…no confiar en viajeros solitarios. Y como ganarles de mano. Como dejarlo y no ser abandonada, como la boba de las novelas de poca monta.


( III )


Cada uno por su lado y lo pasado fregado. Bueno, no tanto. A cada quien, un espacio para la experiencia.
Floro, sexo, compañía ¿o algo más?
Lucrecia con su nuevo pasado, que la invita a salir de las novelas de poca monta.
Entre los dos la distancia y el recuerdo. Entre los dos un nudo.
Un nudo, el de la familia Borromeo, que nos permite vivir: Real, Simbólico e Imaginario.
Un nudo que nos permite caminar: el que remata los cordones de nuestros zapatos.
Un nudo que resguarda una sorpresa por venir: el del moño del regalo tan esperado y a veces tan temido.
Un nudo que desde la boca del estómago nos llega a la garganta: es angustia por lo que perdimos o podemos perder.

Un nudo que anuda la nada del silencio después del adiós: no sé... no me animo a desatarlo. Que hagan la prueba ellos.

martes, 18 de marzo de 2008

El descubrimiento

El patio de la casa de la abuela es un recuerdo presente.
Se hace eco el murmullo acodado en la mesa de madera.
Raquel, Ezequiel, Mariel y el viejo laurel,
todavía hacen sombra contra el paredón aquel.
El jaulón con los canarios de colores variados,
es una vitrola que sigue sonando.
Los chicos jugamos entre los frutales del abuelo.
El fondo de la casa es un paraíso, un edén,
la tierra prometida y una puerta al descubrimiento.
Allí, solos en la siesta, me penetró tu perfume.
Recorrí el camino, más allá de lo visto.
¡Qué gusto, qué susto!,
que intrépida aventura
a lo más profundo de tu busto.
¿Qué fue del murmullo del Acer tornasolado?
El supo nuestro secreto y como un amigo fiel,
nunca lo ha divulgado.
Quedan fantasmas que bailan al son,
de tu infancia y la mía
tras el viejo galpón.
Yo guardo la cinta de seda marrón.
tú, ¿guardas algo en tú corazón?

jueves, 13 de marzo de 2008

La conquista ( I )( II )( III )

( I )
Algo se mueve en la oscuridad.
Una forma opaca que no refleja la tenue luz de la luna.
Contornos borrosos.
Andar silente.
Gritos apagados de aquelarres pasados.
Una figura encorvada se levanta victoriosa.
Casco en mano, morral abultado.
Sudor comprimido de viejas batallas,
recorre las laderas del bosque infernal
Que bueno. No hay violencia.
Es un tambor que bate el parche tensado.
Grato espasmo. Caos acotado.
Por el fiordo, el vikingo ha ganado.
( II )
La conquista, el vikingo, ha iniciado.
La virginal tierra, ya penetró.
Queda a su paso la huella profunda,
De el poder que desató.
Ella pura, no pudo, con sus fuerzas luchar.
Los brazos se agitaron.Las voces callaron.
Quedan gemidos y respuestas viscerales.
Quedan marcas de la lucha cuerpo a cuerpo,
Y algo más.
Sometida, poseída, ultrajada.
¿Qué destino le espera,a la núbil tierra arrasada?
( III )
¿Qué destino, te preguntas?
Como los bosques que quieren crecer,
quemar las secas ramas y verdear al volver.
Llevar la carga y salir adelante.
Las próximas lunas serán fértiles.
El fin de la conquista,
da comienzo al big bang estelar.
Divide y divide. Multiplica y multiplica.
Nuevas manos vendrán por la siembra.
Un nuevo espacio será ocupado,
Y una voz, recorrerá la escala de do a si.
Viejas palabras, tendrán otros significados.
Todo se habrá modificado.
Una nueva vida…SE HA GESTADO.

La lengua

Como pelusa
¿Puedo estar en tu ombligo?
Vibrante beso

jueves, 6 de marzo de 2008

La vida sigue

La abeja obrera
liva el jazmín otoñal,
el grillo canta.

martes, 4 de marzo de 2008

Mach 5

Mordecai, mientras subía los 7 pisos por ascensor, pensaba que debía darle un corte a aquella historia. Sus padres le habían advertido que esa relación era impropia a los ojos de Dios y de la comunidad.

“Debes buscar una chica judía” dijo su madre, mientras que su padre intentaba explicar lo que el resto diría. Ni que pensar en formalizar esa unión. Mordecai, iba repitiendo todas las explicaciones de sus padres y sumaba, en sus pensamientos, todas las respuestas que había esgrimido. "Basta"... se dijo. Otra noche de sufrimientos. La última noche de sufrimientos. "Mañana por la mañana, lo primero que haré, será buscar a Alice y escapar con ella"... La decisión estaba tomada y agregó ...“Si, tenemos que escapar, dejar todo atrás. No volver a verles las caras y ni que hablar de esas estúpidas explicaciones pasadas de moda”.
A una hora de viaje, Alice en su departamento, pensaba lo mismo. “Mañana a primera hora buscaré a Mordecai para escapar juntos y terminar con esto”. Noche. Luna. Grillos a lo lejos. Misterios.

La mañana llegó con dos seres enamorados, dispuestos a vivir sus deseos, convertidos en uno solo. Alice y Mordecai corrían a su encuentro. Subte uno, colectivo la otra. Ansiedad. Ganas y más ganas de estar juntos.
A casi una cuadra de distancia, del lugar del encuetro, se vieron. Levantaron sus manos haciéndose señas. Sus corazones a mil revoluciones por minuto, parecían querer salirse de sus cuerpos. Pensaban en el otro. Lo único que anhelaban era acortar la distancia que los separaba. Sudor. Pasión. El aire que los envolvía parecía una mano cargada de flujo piroplástico de la última erupción del Monte Santa Elena. Voces. Alegría. Niños corriendo. Despreocupación. Camiones repartidores. Los negocios que recién abrían sus puertas.
Ellos, ya no corrían, volaban a su encuentro.
Mach 2. Sónico. Los sonidos estaban presentes, aunque confusos y alterados por sus percepciones cambiantes.
Mach 5. Hipersónico. Todo era un caleidoscopio en el borde de un agujero negro que drenaba todo a su paso.
Alguien gritó, pero no lo entendieron. Mordecai pensó que era su corazón que pedía más velocidad.
Un ruido fuerte, no les llamó la atención. Alice pensó que era la sangre en sus venas que se estaba vaporizando.
Metro a metro el encuentro llegaba a su fin. Una frenada. Un golpe seco. Silencio. Luego gritos. Horror.
Cuando llegaron las ambulancias encontraron dos cuerpos destrozados bajo un camión repartidor de periódicos. La noticia en primera plana. Los rescatistas comentaban que sus rostros mostraban placer y cierta mueca de liberación.
Titulares: "Cumplieron su deseo. Escaparon juntos".

Siguiendo tu huella

¿Cuál será el itinerario? ¿Subiendo por la cuesta de las mulas y luego un descenso en picada por el mirador sur? ¿Por el valle pedregoso y luego cruzando los rápidos de la margen norte?
-Que importancia tiene el recorrido- se dijo Ismael cubriéndose con el poncho desflecado.
El destino final era lo importante. Llegar al fogón y descansar sus huesos. Respirar el aroma de la alfalfa mojada por el rocío mañanero. Mirar y ser mirado. Cuidar y ser cuidado. Perderse en el horizonte con una mirada cómplice con la de los tordos y los cardenales salvajes. Caminar descalzo sobre las baldosas frescas de la cocina. Ver la felicidad en el rostro de su mujer y sus hijos. Ser nube y flotar el la inmensidad de la cadena montañosa que se distinguía a lo lejos. Ser uno más en la maravilla de la naturaleza que lo envolvía. Eso era mucho. Eso era todo.
¿Qué más le podría pedir a la vida? Solamente tiempo para poder disfrutar de aquello. Ismael era rico en sombras y soles. En senderos y quebradas había transitado su infancia y su juventud. Como adulto quería terminar sus días como soplo de tierra luego de la lluvia mansa de agosto.
Don Juan ya se lo había dicho, mucho tiempo atrás “…recorre el camino, y deja en cada curva que tu alma arroje semillas. Las plantas vendrán después que ya no estés allí. Los frutos serán para los que vengan siguiendo tu huella”.

sábado, 1 de marzo de 2008

Mariposa multicolor

La blanca con pintas rojas, azules y verdes, le decía a la roja con pintas amarillas y marrones profundos “…la que está por venir será un problema para el grupo”. El tema era la que estaba por venir. Ya desde el inicio de su transformación, había generado más molestias que ninguna otra mariposa antes de nacer. Como era de esperar sus alas tenían todos los colores, pero más intensos y fosforescentes. Muy llamativa y con un movimiento perpetuo, que agotaba a cualquier animal de la colonia. Desde muy temprano se la vio inquieta y buscando estar donde otros no estaban o no se animaban a ir. Las pocas veces que se la observó detenida en una rama era para acicalarse y aumentar su belleza y glamour. El grupo presagiaba un trágico final. Hacerse ver y ser diferente, tiene sus costos. A aquella de gustaba recorrer más distancias que a sus hermanas buscando las matas de flores con el perfume más penetrante y los colores más vivos y brillantes. Nadie sospechó nada extraño cuando por la tardecita no se la vio volando cerca del campanario. Por la mañana las primeras en levantar el vuelo la encontraron al pie del cartel luminoso del nuevo local. Algo de sus alas quedó pegado al tubo de neón, aún encendido. La blanca con pintas rojas, azules y verdes, le decía a la roja con pintas amarillas y marrones profundos “…te lo dije…esa iba a terminar mal”. La calma volvió al grupo. Todo, ahora, era normal.