El Nano cantaba… “A tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino”.
Un reflejo rojizo nos alcanzó. En una fracción de segundo, Alegría pegó un grito seco y cortante como una cimitarra y un volantazo inútil. La 4x4, perdió el control y sin haber podido pestañar, ya estábamos en el fondo del cañadón.
El CD, seguía sonando…” si un día para mi mal viene a buscarme la parca, empujad al mar mi barca con un levante otoñal y dejad que el temporal desguace sus alas blancas”.
Habíamos recorrido cientos de metros desde el camino principal, al cauce del Río Sacudón; aquella espuma blanca, seguro que no venía del mar.
La voz del Nano, se entrecortaba, y lo último que pude escuchar fue…” a mí enterradme sin duelo entre la playa y el cielo”. No pudo ser. Nunca sabremos si le dimos verde a los pinos y amarillo a la genista.
La batería de la camioneta se agotó y el Nano dejó de cantarnos, para resguardar nuestros sueños.
sábado, 26 de abril de 2008
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10 comentarios:
un relato breve fantástico, aunque muy triste.
bicos,
Aldabra
Un escrito precioso...terrible y triste pero muy hermoso.
Un saludo
Puestos a morir, querido Diego, que la elegía me la cante Serrat.
Nut.
venimos en fracciones de segundo y nos vamos igual, mas rapidos que una cancion en el nano..., triste...asi es la vida
Que triste...nada mas.
Triste y breve, sí. Pero concentrada y vital como la canción.
Que resistentes son los aparatos electrónicos de algunos coches.
Burlas y paradojas del destino… Pero el final podría haber sido todavía más cruel e irónico si el Nano en lugar de cantar Mediterráneo estuviese cantando: “De vez en cuando la vida, toma conmigo café, y está tan bonita que da gusto verla…”
Un saludo
me gustó... un pelín triste nomás, pero valió la pena
saludetes
Aunque parezca una contradicción, es una bella forma de narrar ese día en que viene a buscarte la parca, y que la cálida voz de Serrat, con esa linda canción, resguarde nuestros sueños.
Un abrazo.
Gracias a todos por su paso por el blog.
Besos
Diego
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