viernes, 29 de febrero de 2008

Fuego Interior

Recorriendo el ciberespacio encontré el blog de Blasfuemia. Se planteaba que escribía con el sueño del soñador, que la llevó a hablar de la necesidad de estar con otro (semejante-diferente). Esto me llevó a preguntarme: ¿Será tarde? y me respondí : Me parece que no. Yo me vi ordenando y organizando mis ideas, para lograr el máximo caos productivo de mis neuronas.
Por eso pienso en ordenar las palabras y jerarquizarlas para que sean más libres que al principio:
Necesidad:
de lo elemental, lo nutricio, "la papilla caliente" , "la leche tibia" ,"unos senos como faros en el fin del mundo"
Demanda:Siempre es "una demanda de amor", aunque parezca otra cosa.
Deseo:
el del Otro y el nuestro. Es lo que queda de la necesidad y la demanda.
La pulsión:
un más allá, donde no hay preguntas y menos respuestas. Es una fuerza que busca "un objeto" (cualquiera, es lo de menos) que siempre encuentra satisfacción y un recorrido donde...va cargando las pilas para el encuentro.
Sueño:
Un espacio-otro, donde podemos realizar nuestros deseos , cuando la realidad-perdida se construye con los cristales del camino. Donde el Palacio de las columnas tiene, entre ellas, la distancia apropiada para estar-siendo-libres sin estar siempre pegoteados.
Allí...el amor. En la compañía dulce de la soledad. Allí los frutos de tantas áridas noches de ardiente pasión. El fuego se lo enviaron los Dioses a los hombres y ...muchos todavía no saben para que lo deben usar.
Tú...¿Sabes usar tu fuego interior?

sábado, 23 de febrero de 2008

Espejo roto

Román, vio su imagen en el espejo.
Al mismo tiempo le produjo sorpresa, desconcierto y júbilo. Se dio cuenta que frente a si, había un desconocido; lo que le hizo verse desprotegido.
Igualmente, detectó cierto toque de fascinación y algo que lo subyugaba de aquella extraña imagen. Era un juego de luces y sombras, se le presentó como un tiovivo de espectros y figuras…más allá de su comprensión. Allí vio a su madre y una sonrisa pasional; su padre y su bigote – un bigote que flotaba, sin cuerpo, por sobre sus labios. Había alguien más. Trata de recordar. Una figura prominente, autoritaria, muy fuerte. Una forma humana efectivamente ausente.
Román, no recordó caricias o afectos. Tampoco besos o abrazos. Sintió frío, soledad y abandono.
Román, fugazmente se interpretó imagen. Se vio imagen, y así como por una chispa cósmica, observó su espantoso vacío, iluminado.
Había terminado el horario de visitas.
Nuevamente la soledad. EL dolor. El mundo atrapado en un destello siniestro.
Román atrapado en su propia fragmentación. Espejo roto. Nadie. Solo fantasmas.
Román, era un misterio. Su vida un código. Su mirada perdida, un silencio que venía acumulando palabra tras palabra desde el origen de su ser.
Ser, que no fue.

jueves, 21 de febrero de 2008

Deshojando la margarita

¿Por qué lo esperas?
Ya se hizo eclipse lunar
En el cielo azul

lunes, 18 de febrero de 2008

Misterio

El silencio de tu boca
Me hace hablar
Tus gestos arcaicos
Me hacen pensar
El aire que respiras
Me eleva más y más
Me pregunto, excitado
¿Cuándo me vas a amar?

martes, 12 de febrero de 2008

Tarde de sol

Una avispa miedosa, hace giros y giros al borde de la fuente de Plaza Mitre. Por más que insiste, no se decide a bajar para tomar agua.
Una abeja valiente, se lanza sobre una hoja que flota en la misma fuente, aterrizando como un F21 en un portaaviones.
Un grupo de palomas y palomos bailan su danza ritual, sin importarles aquellos que los miran fascinados.
Una parejita de veintenarios se prodiga mimos y se prometen amor eterno.
Ella vuela en sus fantasías, y habla.
El pierde la vista en su futuro, y guarda silencio.
Yo se que no vendrás.
Cuando la última paloma levantó vuelo, el banco de la plaza quedó vacío. Leo “De la naturaleza de los semblantes” de Miller y dejo que el sol me acaricie.
¡Que va!, también tengo lo mío.

sábado, 9 de febrero de 2008

Supernova

Mariana reaccionaba mal cada vez que Ezequiel le pedía hacer el amor. “No soy tu objeto sexual, yo también cuento. No es solamente lo que vos querés y cuando vos querés”.
Ezequiel no toleraba tanta independencia y esa autonomía sin límites que lo llevaba a perder cierto control sobre Mariana.
Ezequiel vivía Mariana. Respiraba Mariana. Sudaba, gota a gota de su cuerpo, Mariana. ¿Y Mariana? Distante, acotada, sensual, provocadora y limitada. Mariana era la dulce tortura diaria de Ezequiel.
Su deseo pasaba por poseerla, hacerle el amor hasta el último suspiro y recuperar el aire, juntos, boca a boca. Ezequiel sufría aquel amor por Mariana. Ella no se entregaba para ser el objeto último de su deseo. Totalmente objeto. Descabezada. Desarticulada. Sometida a su ser.
¿Qué pedía en el fondo? ¿Qué ocultaba su deseo? ¿Cuál era su verdadera demanda? ¿Unirse como en una Supernova y quemarse en el final de los tiempos y ser uno?
La mascarada de Mariana provocaba.
El hervía como aceite en un caldero de Salem. Sufría y se veía impotente frente a aquella mujer. Avanzaba. Se arrastraba. Caía en el foso del castillo. Era casi devorado por los cocodrilos.
Ella era el muro lateral de la fortaleza. Piedra fría. Defensa. Algo oculto. Un silencio que lo penetraba…todo, que lo violaba. Insensible. Un telón que encubría un escenario sin una obra para representar. Era la nada, detrás de la mano en el botón de la blusa. Y lo era todo. Ella lo sostenía.
La despedida fue un beso en la mejilla.
Ezequiel se dijo “mañana será otro día”.Y pensó: "¿cómo llegar a mañana?".

miércoles, 6 de febrero de 2008

Una mirada que no fue

“! Quiere matarme ¡”, repetía mientras se alejaba por la calle empedrada. Una voz ronca y profunda. Una voz, como metal frotado por una lima gruesa. Su figura agrietada cumplía un circuito, que repetía varias veces en un corto lapso de tiempo. Circuito que enmarcaba con el taconear de unos zapatos que supieron tener unas hebillas doradas a la altura del empeine. Cumplido el mismo, volvía a pasar frente a la parada del colectivo donde la habíamos visto estacionarse gritando, pataleando y agitando sus puños como para golpear a un temible enemigo. Invisible para nosotros, muy real para ella.
¿Quién era esa mujer ó lo que quedaba de ella?
Los cabellos grasientos por el tiempo y la intemperie. La ropa deshecha y cubierta por una pátina cerosa que le daba un brillo llamativo y seguramente protector. En que esquina del tiempo se había perdido buscando salvarse de aquel o aquella que la perseguía. Sus ojos mostraban terror, que solamente disminuía cuando encontraba refugio detrás de unas chapas caídas de un viejo cartel de publicidad que protegía la parada del colectivo de un pozo de una construcción abandonada. Allí la sombra la cubría. Allí se escondía y se protegía de su perseguidor ó perseguidora. Allí iniciaba un monólogo lento y auditivamente lejano, como una multitud que se perdía en una peregrinación a la nada.
Luego de unos minutos quedaba vacilante como un niño que intenta dar sus primeros pasos y cae una y otra vez. La boca abierta, babeante, temblorosa que se unía a los ojos con una mirada vacía y los brazos que se extendían buscando a alguien que nunca estuvo.
Alguien pasó en bicicleta y le gritó “…Noli, portate bien, no molestes a la gente”. ¿Molestar a la gente? Creo que Noli ó la Loca Noli,como la llamaban en el barrio, no molestó nunca a nadie. Aquella mujer que temía a las miradas fijas de los desconocidos, buscaba una mirada que le diera sostén. Una mirada, que seguramente, la hubiese salvado de vivir como fragmentos separados. Una mirada que no le dio espacio para ser reconocida como sujeto de pleno derecho.
Llegó el colectivo. Subimos todos. Noli quedó escondida y temblando, a la espera de nuevos personajes que poblaran su parada. Personajes que la ayudaran a buscarar un autor para la misma página de su historia sin fin.
Desgarrada y protectora, la sombra, la hacía par y la cuidaba de la luz que no fue.